Aún no había tenido ocasión de visitar la exposición NSK del Kapital al Capital que abrió sus puertas el pasado Julio en el MNCARS. Tuve, eso sí, el catálogo entre mis lecturas para el verano casi desde que salió a la luz y por fin hoy me decidía a visitar la exposición que lejos de sorprenderme, era todo lo que había esperado (sin ser peyorativo, todo lo contrario, la recomiendo encarecidamente). Conocía la mayoría sustancial de las piezas que componen la exposición, sobre todo los videos y materiales de Laibach y el NSK, más desconocida para mí, sin embargo, eran las secciones de Irwin, el Teatro de las Hermanas de Escipión Nascica o el Teatro Cosmocinético Piloto Rojo . En todo caso, no voy a hablar de ésta exposición, sino desde ella. O más bien, desde una de sus piezas, para anudarla con un trabajo que, a mi juicio, es altamente interesante y que al final del hilo recomendaré.
La pieza a la que me refiero, como punto de partida, es un cartel y una pieza escultórica (un relevo) diseñado por Nuevo Colectivismo y el escándalo que supuso su selección para el Día de la Juventud en 1987.
El 25 de mayo se celebraba la fiesta nacional de la Juventud y el día del nacimiento de Josip Broz (Tito), cuyos festejos incluían una carrera de relevos en Honor a Tito, en la que participaban jóvenes de todas las ciudades yugoslavas que llevaban en su testigo mensajes para Tito. Cada una de las Repúblicas Yugoslavas hacia turnos para la organización del evento y en 1987 le tocó el turno a la Liga Eslovena.
Como era propio, el comité organizó una convocatoria para diseñar el cartel y el relevo del testigo, Nuevo Colectivismo presentó su candidatura para participar y resulto ser seleccionado como proyecto ganador. Pronto se hizo evidente que la comisión responsable de seleccionar la mejor propuesta de cartel había seleccionado, supuestamente de forma involuntaria, una versión de una imagen propagandística del Tercer Reich, provocando una autentica tormenta en los círculos políticos y artísticos, que hizo que se anulara el fallo y se eligiera un nuevo cartel y relevo.
La propuesta de Nuevo Colectivismo, una imagen alegórica de la juventud, se basaba en una obra del pintor alemán del tercer Reich, Richard Klein, pero sustituía algunos de los elementos claves que componían la imagen. La bandera nazi que ocupaba el fondo de la escena había sido sustituida por la bandera yugoslava, la paloma de la paz ocupaba el lugar del águila germánica, la cúpula cónica del diseño de Jože Plečnik del parlamento esloveno suplía a la antorcha en la mano del diseño original y el Monte Triglav de Eslovenia aparecía en el fondo de la escena.
Partiendo de este ejemplo, bien podríamos haber analizado otros, observamos que la alegoría como estrategia que trata de aglutinar un consenso parece provocar algunos problemas cuando se refiere a elementos de construcción identitaria, pese a ser el recurso más frecuente y recurrente para estos fines.
Haciendo un breve inciso querría recomendar, respecto a esta cuestión, la lectura de Asier Mendizabal titulada Valor Facial acerca del papel moneda, concretamente sobre los billetes de euro y las imágenes alegóricas elegidas para conformar los billetes. Todas ellas alegorías de los diferentes arquetipos arquitectónicos de la historia europea y de cómo esta pretensión de generar un consenso opera de manera casi contraria, debilitándolo mostrando sus fisuras, siendo incapaz de decidir símbolos existentes y concretos (El coliseo romano? La torre Eiffel? El arco del triunfo de Berlin? La plaza mayor de Madrid?) que ejerzan de representantes simbólicos aglutinadores.
En todo caso, y por finalizar, la película a la que me quería referir desde el principio y que quiero recomendar desde éste humilde lugar, lleva por título Fear filled her heart as, gazing back she saw de la artista alemana, residente en El Cairo, Kaya Bekhalam .
Fear filled her heart as, gazing back, she saw from kayyya on Vimeo.
En el film se analizan numerosas y conocidas representaciones alegóricas monumentales de diferentes naciones europeas, encarnadas en su mayoría por figuras femeninas como Germania, Marianne, La Madre Patria o la misma Europa. Sus posturas simbólicas son revisitadas por un grupo de bailarines egipcios que a través de la apropiación y la improvisación intentan utilizar sus cuerpos como instrumentos arqueológicos, tratando de trazar los orígenes formales y conceptuales de las distintas piezas monumentales. En la pieza el cuerpo, pasa a ser un material, un material potencial para la escritura, capaz de impregnarse de historia y recíprocamente impregnar la historia misma.
Bekhalam acude al cuerpo como un dispositivo arqueológico, que usa el tacto para escribir la historia y deja que la historia se inscriba en él. Nos habla del cuerpo como carne, como narración en sí y como ente específico. En el film se hace hincapié en la inestabilidad, en lo incierto e inseguro de la carne, en el torcimiento. El cuerpo tan alejado de la monumentalidad, estática, pétrea, llena de límites que se pretende desde la imagen aglutinadora de las escultóricas figuras que utilizan los estados para representarse. La película es ocupada por cuerpos porosos, desordenados con límites frágiles que fluyen y se filtran permeables en los relatos, alejados de esa narración total que se pretende.
La carne se transforma en ideas y se materializa en forma, repite el film más de una vez. La película cuestiona ese cuerpo representado, el cuerpo del estado, que aspira a crear comunidad, membresía, pertenencia. Frente a la idea de masa, descarnada, compuesta de abreviaturas y traducciones, eterna, sagrada, siempre alegórica, Bekhalam contrapone y reivindica la idea de cuerpo.